Y Moisés tomó la sangre que había estado guardada en las vasijas, y la roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros acerca de todas estas palabras. El significado de esta ceremonia solemne fue que el pueblo, a través de la sangre del sacrificio rociado sobre ellos, fue recibido en plena comunión con Dios, así como la sangre derramada en el altar significaba la completa entrega del pueblo a Dios. Dios.

Pero la entrega del pueblo en general, al expresar su consentimiento a las ordenanzas del Señor, precedió a su obediencia en particular, el orden que se observa hasta el día de hoy. Nosotros los cristianos somos llevados a una verdadera comunión con Dios, no por la sangre sacrificada de simples animales, sino por la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin defecto y sin mancha.

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