También extenderé sobre él mi red, en este caso el ejército caldeo, y será preso en mi lazo, porque la hueste de los invasores, aun sin saberlo y sin quererlo, eran instrumentos de castigo de Dios; y lo llevaré a Babilonia, a la tierra de los caldeos; pero no lo verá, habiendo sido cegado en Riblah, aunque morirá allí. Todo esto se cumplió en tiempos de Sedequías, cuando intentó escapar de la ciudad condenada, pero fue atrapado ignominiosamente por el ejército caldeo y se encontró con el destino que el Señor le había determinado. Cf Jeremías 39; Jeremías 52 ; 2 Reyes 25.

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