Luego, ponlo vacío sobre sus brasas, para que el bronce se caliente y arda, resplandeciendo al rojo vivo, y que su suciedad, los restos del caldo pegados a sus lados, se fundan en él, para que el la escoria de ella, la herrumbre de la maldad del pueblo, puede ser consumida, consumida por el calor del fuego.

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