Además, toma contigo una sartén de hierro, como las que se usaban en las casas judías, así como en el templo, y ponla como muro de hierro entre tú y la ciudad, como representación del decreto divino sobre la invasión caldea; y pon tu rostro contra ella, en severa oposición, y será sitiada, y tú la sitiarás. Esta será una señal para la casa de Israel, para el pueblo de Dios, antes idéntico a la nación del pacto.

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