Y Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar le dio a luz a Ismael. Al hijo que Agar le dio después de su regreso a su casa, Abram, que entonces tenía ochenta y seis años, le dio el nombre de Ismael, sin duda la madre le había contado lo ocurrido en el desierto que hizo que ella regresara. Así, los lugares y los tiempos que nos recuerdan actos especiales de bondad y misericordia de Dios están escritos en la memoria de los creyentes y hacen que estallen una y otra vez en oraciones de agradecimiento.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad