Y Abraham se levantó muy de mañana, tomó pan y un odre de agua, se los dio a Agar, se los puso sobre el hombro y al niño, y la despidió. Y ella partió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. Abraham, como de costumbre, no perdió tiempo en cumplir con su deber, por desagradable que fuera. A la mañana siguiente, temprano, le dio a Agar una provisión de pan y un odre lleno de agua, y luego llamó a Ismael, entonces un muchacho de casi diecisiete años.

Cuando estos dos fueron despedidos, se dirigieron hacia el suroeste, probablemente con la intención de llegar a la ruta principal de las caravanas hacia Egipto. Así se había efectuado la separación, que tenía que llegar tarde o temprano.

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