Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú, tu primogénito; He hecho lo que me mandaste; Levántate, te ruego, siéntate y come de mi caza, para que tu alma me bendiga. Jacob aquí se hizo culpable del engaño de su madre, tanto de hecho como de palabra e intención, porque él no era Esaú, ni la carne que traía era venado. En lo que a él respectaba, estaba tratando de obtener la bendición de su padre con falsos pretextos.

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