Y la mujer dijo a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer. El diablo había dado a entender que el mandato de Dios se refería a cada árbol, a todos los árboles del jardín. Esto apareció especialmente en el tono y la forma de sorpresa interrogativa, que tenía la intención de despertar dudas. La mujer corrigió esta afirmación limitándola: del fruto de los árboles del huerto comemos. Eso fue lo suficientemente bueno, en la medida de lo posible. Pero las siguientes palabras son menos positivas:

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