Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Al exagerar la prohibición de Dios, el diablo tenía la intención de sacudir la confianza de la mujer en Dios, de crear dudas en su corazón acerca de la verdad de Su palabra. Tuvo éxito en la medida en que la mujer se dejó arrastrar a una discusión con el Tentador, no solo declarando que Dios les había prohibido comer del fruto del árbol en medio del huerto, sino añadiendo también: Y ni siquiera tocar para que no muráis.

Esta exageración del mandato de Dios mostró que la mujer lo sentía duro y severo, que su amor hacia Dios, su confianza en Dios había sido minada. Ese fue el comienzo de su pecado, el hacer a un lado la Palabra y el mandamiento de Dios; porque la duda, la incredulidad, es la raíz de todo pecado. El diablo estaba alerta para aprovechar su debilitamiento:

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