Ahora Raquel había tomado las imágenes, las había puesto en los muebles del camello, debajo de la gran silla de montar con sus pesadas cortinas y su profunda canasta, y se sentó sobre ellas. Labán registró toda la tienda, pero no los encontró. Repasó todo lo que había en la tienda muy a fondo, no solo mirando a su alrededor, sino incluso sintiendo con las manos.

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