y les dijo: Veo el semblante de vuestro padre, que ya no es para conmigo como antes. Ayer y el día anterior, en los primeros años del servicio de Jacob, la ganancia que Jacob le trajo había hecho que Labán fuera lo suficientemente bondadoso, pero ahora la envidia se había apoderado de su corazón también, junto con la codicia. Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo; el Dios a quien Isaac, su padre, había adorado, quien se había revelado en misericordia y con la promesa de su bendición sobre Jacob.

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