5. Veo el semblante de tu padre. Este discurso consta de dos partes. Primero, habla de su propia integridad y expone la perfidia de su suegro. Luego testifica que Dios es el autor de su prosperidad, para que Raquel y Lea lo acompañen más dispuestas. Y aunque se había enriquecido mucho en poco tiempo, se purga de toda sospecha y hasta les pide a ellas como testigos de su diligencia. Aunque Moisés no relata todo en detalle, no hay duda de que la honradez de su esposo les había quedado clara por muchas pruebas y, por otro lado, las injusticias, fraudes y avaricias de su padre eran bien conocidas. Cuando se queja de que su salario había sido cambiado diez veces, es probable que el número diez simplemente represente muchas veces. Sin embargo, es posible que en seis años Labán hubiera quebrantado sus acuerdos con tanta frecuencia; ya que habría dos veces más temporadas de cría de corderos, es decir, en primavera y otoño, como hemos dicho. Pero esta narración del sueño, aunque sigue en una parte posterior de la historia, muestra que el santo Jacob no había emprendido nada más que por mandato divino. Moisés había relatado la transacción de manera sencilla, sin decir nada acerca del consejo del que había procedido; pero ahora, en persona de Jacob mismo, elimina toda duda al respecto; porque no insinúa que Jacob estuviera mintiendo para engañar a sus esposas con este ardid, sino que presenta al siervo santo de Dios confesando verdaderamente, sin pretensión, cómo fueron realmente las cosas. De lo contrario, habría abusado del nombre de Dios, no sin una impiedad abominable, al relacionar esta visión con la anterior, en la que vemos que la puerta del cielo se le abrió.

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