y enviaron la túnica de muchos colores, y se la llevaron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; sepa ahora si es el abrigo de su hijo o no. De esta manera los hermanos respondieron al grito de Rubén. La túnica fina de José, objeto de sus celos y su ira, la empaparon en la sangre de un cabrito y luego se la entregaron a su padre sin corazón. Así, una transgresión dio a luz a otra, y el corazón de los hijos se separó de su padre.

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