y el Dios Todopoderoso te dé misericordia delante del hombre, para que envíe a tu otro hermano (Simeón) ya Benjamín. Él pone el asunto enteramente en manos de Dios, confiando, con simple confianza, en que el Señor extenderá sobre sus hijos la mano de su protección omnipotente y protegerá especialmente a Benjamín de todo daño. Si me privan de mis hijos, me duelen. Esa no fue una palabra de desesperación desesperada, sino de resignación confiada: Jacob estaba dispuesto a asumir también eso, si el Señor lo deseaba, que no tendría hijos. Así, los creyentes en todo momento entregan sus caminos al Señor y ponen toda su confianza en Él.

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