¿Cómo, entonces, apartarás, resistirás y harás que se retire el rostro de un capitán del más pequeño de los siervos de mi señor y pondrás tu confianza en Egipto para carros y jinetes? El curso que seguía Ezequías, según decía su argumento, era ridículo, suicida; porque Judá, incluso con la ayuda de Egipto, no tenía ninguna posibilidad de ganar.

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