Así, estos hombres de quienes dependían los babilonios, serán para ti con quienes has trabajado, incluso tus comerciantes, desde tu juventud, porque los astrólogos, hechiceros y magos hicieron un negocio floreciente a expensas de los ciudadanos de Babilonia; deambularán cada uno por su cuarto, tambaleándose de un lado a otro en el esfuerzo por salvar su vida, si es posible; nadie te salvará.

Tal sería el destino de la orgullosa Babilonia, como suele ser el destino de todos aquellos que depositan su confianza en la brujería y la nigromancia en sus diversas formas. La advertencia también puede adjuntarse convenientemente aquí: "No os engañéis, Dios no puede ser burlado; porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".

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