que justifican al impío por recompensa, buscando abiertamente sobornos y, al cumplir las promesas hechas con la fuerza de tales dones, le quitan la justicia al justo, decidiendo contra él en los tribunales y frustrando así los fines de la justicia. Tenga en cuenta que todos los pecados que aquí se condenan con palabras tan duras se encuentran en nuestra época y seguramente estarán sujetos al castigo del Señor, como en los días de Isaías.

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