Porque no saldréis apresuradamente, ni iréis huyendo con una precipitación precipitada, como en el momento del éxodo de Egipto; porque el Señor irá delante de ti, su Gobernador mismo será su guía, y el Dios de Israel será tu retaguardia, trayendo la retaguardia y protegiéndolos así por ambos lados y dándoles la plena seguridad necesaria en todos sus caminos. Así, los creyentes están siempre y en todas partes seguros contra los planes malvados de sus enemigos, siendo el Señor mismo su Guía y su Protector.

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