Y cuando veáis esto, comprendiendo, hasta cierto punto, las riquezas de la misericordia de Dios, vuestro corazón se regocijará, y vuestros huesos florecerán, se llenarán de nueva vida y fuerza, como una hierba; y se conocerá la mano del Señor para con sus siervos, con amor y bondad, y su indignación para con sus enemigos, que sentirían su ira en castigo eterno.

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