Pero el Señor me dijo: No digas que soy un niño, en un esfuerzo por hacer de su juventud e inexperiencia una excusa para negarse a seguir el llamado del Señor; porque irás a todo lo que te enviaré, y todo lo que te mandes hablarás. No era un asunto para ser discutido, pero el Señor, por una declaración categórica de Su voluntad, comisionó a Jeremías. No importaba a qué naciones y príncipes el Señor le pidiera que fuera, él debía declarar alegremente el consejo y la voluntad de Dios, independientemente de cualquier muestra de hostilidad.

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