Sin embargo, no obedecieron ni inclinaron su oído, ni siquiera hicieron un intento de prestar atención, sino que caminaron cada uno en la imaginación de su corazón malvado, con perversa terquedad; por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, todos los castigos que amenazaron a los transgresores en las maldiciones especiales pronunciadas en la proclamación de la Ley, que les mandé hacer, pero no las cumplieron. El Señor está siempre dispuesto a mostrar gran paciencia y bondad amorosa, pero al final está obligado a castigar a los obstinados transgresores de Su santa voluntad.

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