No lloréis por los muertos, así amonestó Jeremías al pueblo de Judá, ni os lamentéis de él, a saber, Josías, el último rey bueno, que había detenido el castigo pronunciado sobre el pueblo réprobo, sino llorad amargamente por el que se va, cuya partida en este caso es verdaderamente una ocasión de gran dolor, porque no volverá más ni verá su país natal, siendo arrastrado a un exilio vergonzoso, del cual no habrá liberación.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad