Y beberán y serán conmovidos, de modo que se tambalearán y se tambalearán, y se volverán locos, aturdidos y estupefactos con los efectos embriagadores del líquido consumido, a causa de la espada que enviaré entre ellos, es decir, la guerra que el El Señor tenía la intención de traer sobre estas naciones sería tan severo, tan horrible, que la gente quedaría estupefacta por sus terrores y perecería en una confusión impotente.

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