Sobre esto me desperté, es decir, de la visión, o éxtasis, en la que él había recibido la revelación del Señor y había contemplado; y mi sueño me fue dulce. La mirada al futuro que se le había concedido era tan gloriosa que la guardó en su memoria como una imagen agradable. Para todos los verdaderos ministros de la Palabra es motivo de gran satisfacción encontrar a la Iglesia volviendo a una condición de arrepentimiento y celo por el Señor.

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