Entonces el rey Sedequías, cediendo al menos hasta ese punto, ordenó que llevaran a Jeremías al patio de la prisión, donde al menos tenía las ventajas de la luz y el aire, y que le dieran un pedazo de pan todos los días. de la calle de los panaderos, porque en Oriente las personas del mismo oficio o negocio ocupaban a menudo sus propias calles e incluso sus propios barrios, hasta que se gastaba todo el pan de la ciudad.

Sedequías o continuó sintiéndose resentido contra Jeremías por sus dichos proféticos, o él, al menos, no tuvo el valor de sus convicciones para ponerlo en libertad. Jeremías permaneció así en el patio de la prisión. Como en el caso de Jeremías, hoy en día se exige a todos los que llevan el nombre de sus siervos testificar intrépidamente por y de la verdad del Señor.

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