La palabra que Jeremías, el profeta, dijo a Baruc, hijo de Nerías, su secretario y, en cierto sentido, su colaborador, cuando escribió estas palabras en un libro de boca de Jeremías, como este último dictaba su profecías desde el año trece de Josías hasta el cuarto de Joacim, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

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