Enjaeza a los caballos, llamada dirigida a los aurigas; y levantaos, jinetes, la caballería montando sus corceles para el ataque, y salid con vuestros cascos, esto dirigido a la infantería; pulir las lanzas, afilarlas para el trabajo ofensivo, y ponerse los bergantines, las cota de malla que eran esenciales en la guerra antigua. Pero ahora el profeta ve al ejército, que estaba tan ansioso por el ataque, derrotado de la manera más miserable.

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