Que no huya el veloz, ni escape el valiente, tales intentos serían completamente inútiles, todos los esfuerzos en esa línea no les servirían de nada; tropezarán y caerán hacia el norte junto al río Éufrates. El profeta ve su derrota tan vívidamente que el tambaleo y la caída son hechos consumados ante sus ojos. Ahora está pintada una segunda escena de batalla, más detallada, más concreta que la primera.

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