El Señor de los ejércitos ha jurado por sí mismo, por su propia alma o por su vida, diciendo: Ciertamente te llenaré de hombres como de orugas, más bien: "¿Te he llenado de hombres como de langostas?" y alzarán un grito contra ti, es decir, por numeroso que fuera el pueblo de Babilonia, los invasores serían más numerosos y cantarían un "Hedad", el grito de los viñadores, el cántico de la matanza, sobre el ciudad.

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