Y castigaré a Bel en Babilonia, la principal deidad de los babilonios, y sacaré de su boca lo que se tragó, quitándole lo que había robado y devorado por las manos de los que lo adoraban; y las naciones no se unirán más a él, acudiendo a Babilonia en corrientes para consagrarle sus tesoros; sí, el muro de Babilonia caerá, de modo que la ciudad quedará abierta a todos los enemigos. Decidida así la destrucción de Babilonia, se amonesta al pueblo de Dios a que abandone sus confines.

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