Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea, donde Israel había acampado entonces, para reconocer la tierra; y le volví a traer la noticia como estaba en mi corazón, con un espíritu audaz y confiado, que no se desanimaba fácilmente como el resto de los espías.

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