Y ella les dijo mientras estaban abajo después de haber escapado de la ciudad: Id a la montaña, un acantilado salvaje al norte de Jericó, para que no os encuentren los perseguidores; y escóndanse allí tres días, hasta que vuelvan los perseguidores; y después, podéis seguir vuestro camino. Al estar familiarizada con las distancias y todos los caminos posibles, pudo darles a los espías este astuto consejo.

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