No faltó nada de lo bueno que el Señor había dicho a la casa de Israel; todo sucedió. Dios es siempre fiel a sus promesas, pero nosotros, a través de la incredulidad y la indiferencia, nos interponemos en su camino. La perfección, la verdadera felicidad, el gozo duradero, serán nuestras en el resto de nuestra vida, Hebreos 4.

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