REFLEXIONES

QUERIDO Jesús! Hazme aprender de aquí tu tierno cuidado de tus sirvientes más inmediatos. Tus levitas estarán bien provistos, a quienes has apartado para tu servicio. Y si no tienen parte entre sus hermanos, ¿no es porque tú mismo eres su parte? Y aunque a los ojos de un mundo insensible, algunos de tus más fieles obreros son enviados sin alforja ni calzado como tus primeros discípulos, y sin embargo, teniéndote como su porción, no les falta nada, sino que están llenos y abundan. ¡Oh! Permíteme aprender de aquí a reverenciar a tus siervos y estimarlos muy en amor por el bien de su trabajo y por el bien de su siempre bendito Maestro.

¡Pausa, alma mía! y comenta la fidelidad de Jehová a su pueblo. Y si no faltó nada de lo bueno que el Señor había dicho a Israel, todo se cumplió; ¿No te incitará esto a creer que tu Dios es fiel también a ti? ¿No cumplirá Dios tu Padre todas las promesas de su pacto? ¿No será tu Jesús todavía Jesús en todo su amor y favor? ¿Y no continuará el Espíritu Santo sus fieles influencias al dirigir tu corazón hacia el amor de Dios y hacia la paciente espera de Jesucristo? ¡Oh! por la fe en el ejercicio vivo de creer la palabra de Dios: confiar en él ahora en el momento de la prueba, y no dudar, hasta que se vea, cómo irán las cosas.

¿No es todavía el Santo de Israel? ¿Y no han ido todos los fieles antes y han dado testimonio de su fidelidad y verdad? ¡Oh! dulce pensamiento! Bendito sea el Espíritu Santo por enseñarlo a la iglesia: si no creemos, él permanece fiel; no puede, no se negará a sí mismo. ¡Señor! en esta firme persuasión déjame vivir; y en esta esperanza segura que muera.

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