Y Josué dijo en llanto de tristeza: ¡Ay, Señor Dios! ¿Por qué has hecho pasar a este pueblo al otro lado del Jordán para entregarnos en manos de los amorreos, la nación pagana de esta parte de Canaán, para destruirnos? Porque la derrota del pequeño ejército fue una señal de que el Señor había retirado Su ayuda. ¡Ojalá hubiéramos estado contentos y habitado al otro lado del Jordán! literalmente, "¡Si hubiéramos decidido permanecer en el ayudante oriental del Jordán!" Era el lenguaje audaz de una fe que luchaba con el Señor, incapaz de entender los caminos del Señor y que incluía el llamamiento más urgente al Señor para que continuara como aliado de Israel. A esta denuncia se suma una inquietante pregunta.

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