Y los príncipes les dijeron: Vivan, pero corten leña y saca agua a toda la congregación; como los príncipes les habían prometido. Así que se les perdonó la vida, pero se les dio la posición más humilde de Israel; fueron hechos esclavos del Santuario, siendo obligados a realizar allí las tareas más bajas, como servidores de toda la congregación. De esta manera también se eliminó el peligro de que intentaran llevar a Israel a la idolatría. Así se decidió y se ajustó el asunto.

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