Cuando les hubo dicho estas palabras, se quedó todavía en Galilea.

Jesús se negó a escuchar las propuestas de sus hermanos. Su tiempo de revelarse públicamente, especialmente de la manera que implicaba su sugerencia, aún no había llegado. En el sentido de sus palabras, Él nunca quiso convertirse en Rey de Israel, un gobernante terrenal y temporal. A su manera y en su propio tiempo, quiso revelarse como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Pero para sus hermanos siempre era el momento de mostrarse ante el mundo.

En la disposición que exhibieron en ese momento, encajaba muy bien con los demás burladores y burladores. No corrían peligro, porque estaban entre amigos en Jerusalén. El mundo, los líderes judíos malvados y hostiles, no podían odiar a los hermanos, porque compartían la misma opinión, se adherían a la misma idea. Pero el testimonio de Jesús acerca de las obras de este mismo mundo lo marcaba en sus ojos como un enemigo, a quien odiaban con toda la intensidad del odio de las tinieblas por la luz.

Si Jesús simplemente se hubiera referido a pecados notorios, blasfemia, asesinato, robo, adulterio, los líderes de los judíos habrían estado de acuerdo con Él fácilmente, levantando, al mismo tiempo, manos piadosas con horror santurrón por la depravación de la chusma. Pero como Jesús les señala con el dedo revelador y reprende su hipocresía y falta de verdadera caridad, ellos se escandalizan ante sus insinuaciones, y más aún, porque su propia conciencia no pudo contradecir sus palabras.

Mientras un predicador hable en términos generales de depravación y pecado, los asentimientos de cabeza provienen de todas las direcciones, pero cuando hace la aplicación a los pecados individuales ocultos y sostiene la responsabilidad personal, la situación cambia muy rápidamente. Pero Jesús instó a sus hermanos a subir a Jerusalén, para cumplir con su deber como miembros de la Iglesia judía. Su tiempo para manifestarse públicamente aún no había llegado, y no deseaba ir a la exhibición que ellos creían que debía hacer al establecer sus afirmaciones. Por el momento, se quedó en Galilea.

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