Entonces, tres mil hombres de Judá, ciegos al hecho de que tenían, en Sansón, un líder de incomparable fuerza y ​​energía, bajo cuyo liderazgo fácilmente podrían haber librado de la esclavitud de los filisteos, fueron a la cima de la roca Etam y dijo a Sansón, en una declaración que puso al descubierto la cobardía de sus corazones, atados a la idolatría como estaban: ¿No sabes que los filisteos son gobernantes sobre nosotros? ¿Qué es esto que nos has hecho? Lo reprendieron por ser un necio imprudente, que estaba trayendo problemas a todas sus cabezas.

Y les dijo: Como me hicieron a mí, así les hice yo. Consideró necesario disculparse por su conducta con sus propios hermanos, quienes se negaron a reconocer en él a su libertador.

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