Dalila tomó, pues, cuerdas nuevas y lo ató con ellas, de nuevo con la mayor indiferencia posible, y le dijo: Los filisteos sean contigo, Sansón. Y había mentirosos al acecho morando en la cámara; nuevamente había permitido que un espía filisteo se escondiera en el apartamento interior. Y los rompió de sus brazos como un hilo.

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