Pero Barac persiguió a los carros, mientras sus conductores volvían precipitadamente, y tras el ejército, la infantería del ejército enemigo, hasta Haroset de los gentiles, hasta las mismas puertas de su fortaleza; y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, en el terrible conflicto en el que la espada los derribó por todos lados; y no quedaba ni un hombre.

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