Y él le dijo: Te ruego que me des un poco de agua para beber; porque tengo sed, porque era una regla de hospitalidad que cualquiera que hubiera comido o bebido algo en la tienda fuera recibido en la paz de la casa. Y ella abrió un biberón de leche, le dio de beber y lo tapó, habiendo disipado eficazmente todas sus sospechas.

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