Y Barac le dijo: Si quieres ir conmigo, yo iré; pero si no quieres ir conmigo, no iré. Aunque Barak no tenía ninguna duda sobre la veracidad de las palabras de Débora, todavía no sentía el entusiasmo divino por la batalla, siendo consciente de su propia incapacidad para cumplir el mandato del Señor solo.

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