Todos los que pasan te aplauden con desprecio y burla; silban y menean la cabeza a la hija de Jerusalén, diciendo, expresando la burla que sentían: ¿Es ésta la ciudad que los hombres llaman La perfección de la belleza, El gozo de toda la tierra? Es una cuestión de asombro desdeñoso, negar el derecho de Jerusalén a haber llevado alguna vez tales designaciones. A este comportamiento de los extraños se suma el triunfo burlón de los enemigos.

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