El Señor ha desechado su altar, rechazándolo con desdén, principalmente a causa del culto hipócrita relacionado con él; Ha aborrecido Su Santuario, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, el centro del culto judío; Ha entregado en manos del enemigo los muros de sus palacios, los orgullosos edificios del Templo, que levantaban sus columnas por encima de la ciudad y el campo circundantes.

Han hecho ruido en la casa del Señor, los enemigos estallan en fuertes gritos de regocijo por su victoria, como en el día de una fiesta solemne, en una celebración ruidosa.

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