Porque la vida de la carne está en la sangre, es llevada por la sangre; y os lo he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras almas; porque es la sangre que hace expiación por el alma. Dado que la sangre era la portadora del alma del animal sacrificado, el Señor había ordenado que se usara como medio de expiación por las almas de los hombres y había prohibido su uso como alimento.

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