Por tanto, todo el que la comiere, llevará su iniquidad, porque ha profanado lo santificado del Señor, al comer la carne que había sido consagrada al Señor como ofrenda después de haberse hecho inmunda; y esa alma será cortada de entre su pueblo. Esta amenaza implicó la excomunión por parte de la congregación y el castigo de muerte por parte de Dios, que es un Dios santo y celoso.

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