Sacad al que maldijo fuera del campamento; y que todos los que lo oyeron pongan sus manos sobre su cabeza, librándose así de toda complicidad en la culpa que pudiera haber recaído sobre ellos por ser testigos del pecado, y que toda la congregación lo apedree. Bajo la forma de gobierno que era directamente responsable ante Dios, se impuso la pena capital por transgresiones de esta naturaleza.

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