Le pusieron las manos sobre la cabeza, por lo que dieron testimonio público de que habían oído a esta persona decir tales palabras, y en su propio nombre y en el de todos exigieron que se le hiciera justicia, para que por este sacrificio Dios pudiera apaciguarse y sus juicios se apartó del pueblo, sobre quien ciertamente caerían si quedaba impune. Apedrearlo El mismo castigo que se les había impuesto a los que maldecían a sus padres.

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