Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto para darte la tierra de Canaán y ser tu Dios. Debido a que la Tierra Prometida era para los israelitas un regalo de la misericordiosa bondad de Dios, no debían olvidar la bondad y la misericordia al tratar con sus hermanos pobres.

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