¿Se agradará el Señor con miles de carneros o con diez mil ríos de aceite? que, por así decirlo, fluiría a torrentes para apaciguar Su ira. ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi cuerpo por el pecado de mi alma? la posesión más preciosa se ofrece en expiación, a modo de expiación. Pero el Señor muestra que tales ofrendas externas no fueron suficientes para restaurar la relación de amor que obtuvo, sino que Él requiere la consagración del corazón.

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